Representantes de la Xunta, Concello y varias instituciones recordaron al escritor en el 83 aniversario de su muerte.
«Valle-Inclán foi enterrado dacordo cos seus desexos: cemiterio civil, sen esquelas -non hai ningunha- e o enterro o máis sinxelo posible». Con estas palabras recordaba Xaquín del Valle-Inclán Alsina, nieto del autor de Divinas palabras y presidente de la Asociación de Amigos, a pie de su tumba lo ocurrido hace 83 años. «A súa morte non foi precisamente tranquila», indicaba, relatando como durante la República le habían regalado una tumba y, posteriormente, un alcalde franquista trató de cobrarle todos los atrasos a la familia. Porque ayer, como viene sucediendo cada 5 de enero de los últimos años, hubo un recuerdo para la figura del escritor en Boisaca en un acto en el que participaron representantes de la Xunta, el Concello de Santiago y miembros de diferentes entidades ligadas al escritor.
Si un calificativo se repitió en las intervenciones al referirse a Valle-Inclán fue el de «universal». Así, lo calificó el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, incidiendo también en el «mensaxe de fonda galeguidade» que hay en su obra y añadió que «poucos autores poden dicir que crearon un xénero literario propio», en referencia al esperpento. También en la trascendencia de su legado incidió Antonio González Millán, director del Museo Valle-Inclán de A Pobra do Caramiñal, recordando que su obra está traducida a 132 idiomas. Lamentó, eso sí, que no haya grabaciones de las conferencias.
Otro de los aspectos en los que se incidió en este acto de homenaje y de reivindicación de la figura de Ramón del Valle-Inclán con motivo del 83 aniversario de su fallecimiento fue en su compromiso social. Lo recordó el representante del Ateneo de Santiago, que apuntó que este se manifestaba tanto en su obra literaria como en sus conferencias. Y en esa vertiente profundizó el regidor compostelano, Martiño Noriega, al incidir en el compromiso intelectual del creador del esperpento y su capacidad de «axitar o espazo civil, de xerar espazos de incomodidade». Además, lo calificó como «un dos imprescindibles de Compostela», apuntando que «a ninguén se lle escapa a súa excelsa obra literaria, pero tampouco as pegadas que foi deixando na cidade».
La capacidad de unir a diferentes colectivos y representantes de diferentes sensibilidades políticas en torno a su figura fue otra de las cuestiones destacadas. En este sentido, el secretario de la Fundación Valle-Inclán, José Antonio Ponte Far, incidió que el homenaje debería servir como «punto de arranque para unir esforzos e traballar todos para resaltar a figura de Valle-Inclán».
Antes de las intervenciones, fueron colocados sobre la lápida que cubre los restos de Valle-Inclán tres ramos de flores, uno en nombre de las entidades que impulsan su figura -sus museos y el colectivo de Amigos-, otra por parte de la Xunta de Galicia -que situaron el conselleiro y el director xeral de Políticas Culturais, Anxo Lorenzo- y una corona del Concello -que pusieron el alcalde y la concejala de Acción Cultural, Branca Novoneyra-. El regidor compostelano también recordó a Díaz Pardo colocando una manzana en su tumba.
Noticia en La Voz de Galicia